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¿Qué es la miastenia?

La Miastenia Gravis (MG), es una enfermedad caracterizada por debilidad de la musculatura esquelética y fatiga fácil, que empeora con el ejercicio y se recupera con el reposo. El proceso es autoinmune y los síntomas están mediados por anticuerpos contra el receptor de la acetilcolina (AchR). A pesar de la naturaleza autoinmune de esta enfermedad, no es la presencia de los anticuerpos anti- AchR lo que definen, sino más bien, el hallazgo de una serie de características clínicas, electrofisiológicas y farmacológicas. Esto es así dado que los anticuerpos-probablemente por razones técnicas- son indetectables en el 60% de las formas de MG puramente oculares y en alrededor del 10% de los pacientes con síntomas generalizados típicos (MG “serogenerativas”).

La MG se define, por tanto, como una debilidad muscular progresiva con una transitoria mejoría con inhibidores de la acetilcolinesterasa. Electrofisiológicamente como un decremento de los potenciales de acción musculares o la aparición de un “jitter” (variabilidad del intervalo interpotencial) en electromiografía con fibra única. Las remisiones espontáneas de esos síntomas son raras, excepto en la MG con un comienzo prepuberal.

Aunque estos criterios previos definen claramente la MG, la enfermedad no es una entidad clínica homogénea. A parte de la MG puramente ocular (en la cual generalmente no hay patología tímica y no hay aparente asociación con HLA) y la MG “seronegativa”, se observa también heterogeneidad en lo que respecta a la clínica, los hallazgos histopatológicos y epidemiológicos y en la patogénesis de la enfermedad en el grupo de pacientes con anticuerpos positivos y una MG generalizada típica.

La Miastenia Gravis es una enfermedad autoinmune, crónica, caracterizada por una debilidad y fatigabilidad muscular aumentada, de causa desconocida y fatigabilidad muscular aumentada, de causa desconocida y que presenta un bloqueo de los receptores de acetilcolina de la placa neuromuscular.

La Miastenia Gravis no es una enfermedad rara, pero si, en su entidad poco frecuente. En la literatura encontramos varios estudios sobre la prevalencia que, cabe recordar, es el número total de individuos afectados de una enfermedad en un tiempo específico. Estos estudios epidemiológicos han sido realizados en su mayoría en países desarrollados, y muestran un aumento progresivo de dicha prevalencia en los últimos 40 años, desde 0,5 a 14,2 por 100.000 habitantes. El incremento paulatino corresponde con toda seguridad a un aumento de la esperanza de vida de estos pacientes debido a los grandes avances en el tratamiento de la enfermedad. Así pues, los últimos estudios cifran a la Miastenia Gravis con una prevalencia de 12,5 por 100.000 habitantes, lo cual no da una cifra aproximada de 5.000 pacientes afectados de Miastenia Gravis en España.

La evolución de la enfermedad es variable, aunque la mayoría de los pacientes muestran con un incremento fluctuante en la severidad de estos, durante los primeros tres años, después del diagnóstico; llegando al máximo nivel de debilidad durante el primer año en el 55% de los pacientes, los primeros 3 años en el 70% y los 5 primeros años en el 85%.

El termino miastenia Gravis procede del griego:”mys” (músculo) y de “astenia” (fatiga o cansancio). La palabra “Gravis” es de origen latino, y se puede traducir por pesado, grave, duro o marcado. Etimológicamente, miastenia Gravis implica la existencia de una fatiga muscular marcada.

La historia de esta enfermedad se remonta a la segunda mitad del siglo XVII, el estudio de algunas primeras descripciones sorprende, por la fidelidad y exactitud de sus síntomas característicos.

La primera mención de un posible ejemplo de miastenia se encuentra en una carta escrita en latín por el Dr. John Maplet de Bath (1658) al Dr. Thomas Browne de Norwich (Inglaterra), en la que relata a su colega el caso clínico de un niño de 7 años con fatiga muscular de las extremidades. Evidentemente, no es posible asegurar que se tratara de una miastenia juvenil.

Un contemporáneo de Maplet, el Dr. Thomas Willis de Oxford, describió en 1672 con gran precisión los síntomas típicos de una miastenia Gravis. Su libro “De Anima Brutorum” y otras obras del mismo autor fueron traducidos al inglés años más tarde por Samuel Pordage, en un libro titulado “The London Practice of Physick” (1683). Willis menciona la disartria, disfagia, diplopía y dificultad respiratoria, apuntando el hecho característico de la recuperación de la fuerza muscular tras el reposo y dice en su carta: “… en estos momentos tengo bajo mi cargo a una mujer honesta y prudente, que desde hace muchos años sufre una parálisis espuria, que no solo afecta a sus extremidades sino también a su lengua, de tal manera que durante un rato puede hablar sin molestias y con una intensidad aceptable, pero después de hablar durante un tiempo, de manera apresurada o con ansiedad, no es capaz de pronunciar una sola palabra y se vuelve mudad como un pez, parta después recuperar su voz en una hora o dos… este tipo de parálisis espuria que parece originarse de un defecto, o más bien, de una debilidad de los espíritus animales, que de una obstrucción, puede sospecharse que o solamente los espíritus en sí mismos muestran un error sino que en ocasiones la impotencia del movimiento local depende de un fallo en la unión que existe entre la sangre y las fibras motrices…”.

La miastenia gravis es conocida por los neurólogos como la “gran imitadora” , ya que puede presentarse con los mismos síntomas que una poliomitosis , parálisis de nervios craneales, patologías del tallo cerebral, enfermedad mitocondrial y otras miopatías.

Al igual que en otras enfermedades autoinmunes humanas la etiología de la miastenia gravis (MG) y por tanto el origen de la respuesta autoinmune, continua siendo desconocido.

La incidencia de la enfermedad esta relacionada tanto, con la edad como en el sexo, así observamos dos picos de máxima incidencia, el primero en la segunda y tercera década de la vida, con mayor predominio de las mujeres, con una relación mujer/varón de 3:2 y el segundo pico, se sitúa en la sexta y séptima década de la vida con mayor afectación de los varones. En aproximadamente 5% de los casos, el paciente refiere una historia familiar de miastenia gravis, aunque no se ha podido definir un modelo de herencia de la miastenia gravis.

La MG representa un excelente modelo de enfermedad autoinmune. Es ampliamente aceptado, que las anormalidades de la unión neuromuscular , que se producen en esta enfermedad son debidas a procesos mediados por anticuerpos.

La MG satisface los cinco criterios que defines la patogénesis de los trastornos mediados por anticuerpo.